27/02/2023 a las 09:55

HEC


La estación del Imida en San Pedro será remodelada para diversos proyectos de investigación centrados en la recuperación de la laguna y más especies amenazadas

investigar en el mar menor sin resultado nada más fácil al ser una laguna salada con un área de 170 kilómetros de cuadrados. Su extensión es imposible muchas veces el ensayo de proyectos centrados en la recuperación del estado ecológico de este ecosistema. Frente a este inconveniente, el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA) ha impulsado un plan de infraestructuras para poder trasladar estas investigaciones a a Mar Menor a pequeña escala. En concreto, vamos a renovar las instalaciones de la planta de acuicultura que el instituto tiene en San Pedro del Pinatar, en pleno parque regional de Las Salinas, para «recrear condiciones similares» a la laguna. Allí se impulsarán ensayos o investigaciones que necesitan de unas condiciones seminaturales y controladas para lograr el éxito esperado. Este resultado fundamental ante para decidir la implantación de determinadas acciones de mejora y recuperación en el ecosistema.

«Uno de los problemas que nos estamos encontrando es que nos vienen muchas propuestas de soluciones que no se pueden intentar en el Mar Menor. Es un entorno abierto y necesitamos un entorno cerrado con unas condiciones controlables donde podamos estudiar el grado de eficacia”, señaló esta semana Víctor Serrano, director general del Mar Menor, durante unas jornadas científicas en la Consejería de Medio Ambiente.

El instituto trabajará con nacras, caballitos y plantas acuáticas que forman las praderas marinas de la laguna

Las antiguas balsas de gran tamaño que presidían el recinto de este centro del IMIDA ya se han retirado para dar paso tiene un «sistema de balsas modulares» que estarán alimentadas por agua de la laguna y del Mediterráneo. Las obras, que cuentan con una presupuesto estimado para la primera fase de más de 600.000 eurosse iniciaron el pasado mes de noviembre y está previsto que entren en funcionamiento a principios de 2024.

Las primeras investigaciones que vienen a poner en marcha serán la ampliación de los estudios que está realizando el Acuario de la Universidad de Murcia con especies como el caballito de mar o la nacra, así como el pez pipa o el pez aguja, animaux muy castigados en los episodios de anoxia o ausencia de oxígeno que ha sufrido la laguna en los últimos años. En colaboración con la UMU, continúa el desarrollo en estas instalaciones del ‘banco de especies del Mar Menor’.

Las instalaciones del instituto permitieron trabajar en condiciones seminaturales y controladas.

Por otro lado, analiza las poblaciones de bivalvos y trabajo como especies filtradas en el agua que podrían eliminar gran cantidad de nutrientes, como también investigó el Instituto Español de Oceanografía. También acude a los criaderos de cabo de especies que conforman las praderas marinas del fondo de la laguna, como la cymodocea o la caulerpa. Cuando se haga referencia a la acuicultura, creará un stock de individuos criadores de dorada y lubina producto del Mar Menor con la colaboración de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar. El Imida también se planta el análisis del espesor del fango en los fondos marinos de la laguna.

Vigilancia en fincas, pozos o balsas, y hasta en mar abierto

El personal del IMIDA, que dirige el Observatorio del Mar Menor, trabajó en varios proyectos que persiguen obtener una visión integrada del Mar Menor para anticiparse a los problemas y evaluar el alcance de las medidas que haya qu’aplicar tanto en su cuenca vertiente como en la laguna.

Uno de ellos es una plataforma de modelización que, a través de sistemas matemáticos y de seguimiento, ayuda a planificar, predecir y actuar sobre las afecciones que provocan en el Mar Menor situaciones como las fuertes lluvias o las inundaciones. Este sistema mejora el conocimiento de cómo se incluye la cuenca del río vertiente en el estado ecológico del Mar Menor.

Sobre la primera versión, que se ha presentado recientemente, junto con los diferentes modelos que han desarmado organismos internacionales de investigación sobre cómo representar la cuenca vertiente y la laguna con un nivel detallado «no se consiguió hasta ahora», señalan desde la Dirección General del Mar Menor, «el objetivo es tener una herramienta que ayude en la toma de decisiones midiendo el efecto de las mismas en el ecosistema».

El aumento de los puntos de control, tomas de muestra y análisis de datos permite «un seguimiento continuo y permanente» del Mar Menor y de su cuenca vertiente. «De hecho, se ha extendido a varias localizaciones en el interior del ecosistema y en el mar abierto, así como en parcelas agrícolas, pozos o balsas. Esto hace a través de estaciones meteorológicas, análisis de imágenes vía satélite o con la incorporación de nuevos sensores de última generación que transmiten la información en tiempo real».

Pedo de recuperación

El entorno del recinto del Imida también ha sufrido otras modificaciones, como la laguna del Coterillo, cerca a las instalaciones. Allí, las actuaciones que han realizado dentro del proyecto Life Salinas han permitido reducir la elevada salinidad del agua y recuperar las poblaciones de fartet, una especies endémicas en extinción peligro.

«La estación experimental del IMIDA contiene la infraestructura necesaria para realizar experimentos con organizaciones acuáticas. Cuenta con alrededor de 100 tanques de diferentes capacidades que forman parte de sistemas de recirculación. Trabajar con este tipo de sistemas es fundamental para controlar las condiciones en el mantenimiento de los animales«, señalan desde el instituto agroambiental.

40 años de experiencia

La infraestructura tanto material como humana de la estación de acuicultura marina del IMIDA, cVayan cerca de 40 años de trayectoria, es «el encuadre perfecto para asumir los retos que se presentan en el mantenimiento de la biodiversidad del ecosistema», explicando desde la Consejería de Agricultura, del que depende el IMIDA. “Las características de estos retos, que deben abordarse desde el rigor científico del conocimiento así como la innovación básica, hacen que la estructura y el funcionamiento de este centro de investigación tengan la ubicación necesaria”.

Para la recuperación de un ecosistema “es fundamental preservar la biodiversidad del mismo, es que el mantenimiento del equilibrio del mismo depende en gran medida de ella”.