Un islamista radicalizado con graves problemas psiquiátricos. Este es el perfil que empieza a dibujarse de Armand Rajabpour-Miyandoab, el hombre de 26 años que el sábado por la noche asesinó con tres cuchillazos y cuatro martillazos a un turista alemán de 22 años cerca de la torre Eiffel, en París. También hirió a dos otras personas, un británico y un francés, con martillazos.
En un vídeo, había jurado fidelidad en árabe al Estado Islámico, informó este domingo el fiscal antiterrorista, Jean-François Ricard. Dijo dos veces “Allahu akbar” (Dios es grande) tras acuchillar al turista alemán y en el momento de su detención, minutos después, declaró que estaba harto de ver musulmanes morir en Afganistán y en Palestina.
Quedan algunos interrogantes. Rajabpour-Miyandoab había pasado cuatro años en prisión, entre 2016 y 2020, por planear otro atentado en el barrio parisino de La Défense, pero ¿realmente se había alejado del terrorismo, como había querido dar a entender a las autoridades tras salir en libertad? ¿O engañó a todo el mundo? Y, ¿hasta qué punto es su ideología lo que explica sus actos o también su inestabilidad psíquica?
El asesinato, investigado por la Fiscalía antiterrorista, evidencia lo complejo que es el seguimiento, por parte de las autoridades, de los islamistas que salen de prisión. A esto se añade el estado mental del detenido, que se había dejado de medicar hace un tiempo. Y su ambivalente relación con el islamismo: en varias fases, en los últimos años, declaró haberse radicalizado y desradicalizado, según informaciones de Le Monde y L’Obs.
Hijo de iraníes no religiosos que llegaron a Francia en los años ochenta, nacido en las afueras de París y con nacionalidad francesa, estudiante de biología y empleado en el sector de la logística tras salir de prisión, Rajabpour-Miyandoab estaba fichado por los servicios de inteligencia. Del relato que ofreció el fiscal Ricard, se desprende que, pese a ello, escapó a esta vigilancia y pudo cometer el atentado sin que saltaran las alertas. El mes pasado, su madre se declaró inquieta por el comportamiento del hijo, pero las autoridades concluyeron que no había elementos suficientemente sólidos para emprender acciones penales.
Ricard reconstruyó el perfil biográfico del detenido. Su conversión al islam a los 18 años. Sus vínculos con yihadistas franceses, algunos activos en la guerra de Iraq y Siria a mediados de la década pasada. Su proyecto de enrolarse en esta guerra. La posterior condena a prisión y la salida en libertad. Sus contactos con el hombre que en octubre de 2020 decapitó al profesor Samuel Paty. Después, según el semanario L’Obs, notificó estos contactos a la policía y declaró: “Yo soy anti-islamista”. Su madre completó: “Odia el islam”.
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En el lugar donde Rajabpour-Miyandoab mató al joven turista alemán, al inicio del puente de Bir-Hakeim sobre el Sena, en el distrito 15, hay unos ramos de flores y, en la acera, lo que parecen restos de sangre. El agresor huyó cruzando al puente hacia la otra orilla y un centenar de metros más lejos, ya en el distrito 16, fue inmovilizado. Esta es una de las zonas más turísticas de París, donde casi se oye más hablar inglés, español, chino u otras lenguas que francés.
El puente, que aparece en la película Último tango en París de Bertolucci, ofrece una vista privilegiada sobre el Sena y la torre Eiffel, por lo que suele servir de escenario para fotos en las redes sociales. Muchas parejas de novios asiáticas lo utilizan también para hacerse fotos profesionales. La mayoría de turistas pasaban este domingo sin darse cuenta de lo que había sucedido menos de 24 horas antes en el mismo lugar.
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