A Eva Ivars (Dénia, Alicante, 1971) le encanta hablar. Por eso estudió Ciencias de la Información y, gracias a sus dotes de comunicación y a su capacidad para gestionar los egos de sus clientes, piensa que supo cautivar a Alain Afflelou, por entonces uno de los que la agencia de publicidad donde trabajaba le tenía encomendado. El empresario francés la encargó poner en marcha el departamento de marketing de la empresa óptica y 20 años después ocupa el puesto de directora general de la compañía en España. En su despacho del paseo de la Castellana de Madrid, que es una sala de juntas multiusos, la ejecutiva tiene una pelota de pilates para poder relajarse entre reunión y reunión.

Pregunta. ¿Cuántas horas trabaja?

Respuesta. No lo sé. Ni lo quiero saber. Tengo que decir que me cuesta bastante desconectar. Cuando estás en un puesto de responsabilidad acabas por no desconectar nunca. El sábado, por ejemplo, se cayó la red de cajeros automáticos. No puedes irte a casa y apagar el móvil. Cuando estás en la dirección de una compañía dependen de ti quienes trabajan en ella y los empresarios de la red de franquicias. No soy ni me considero workaholic, creo que lo he sido en el pasado, pero no desconecto al 100%. Cuando paseo los fines de semana veo los carteles de los escaparates de nuestras ópticas y los de la competencia y muchas veces entro, no lo puedo evitar.

P. Dice que tiene la habilidad de gestionar egos, ¿cómo se hace eso?

R. Hay una habilidad de empatía y escucha al otro y otra habilidad de ponerle en el centro para que sea el protagonista. Tú puedes decir no me has explicado bien esto o no te he entendido bien. Cambia todo. Poner al otro en el centro es no hacerle sentir culpable sino hacerle sentir protagonista. Para que el otro no se sienta atacado y para que la comunicación no sea violenta, muchas veces es mejor decir no te he entendido. Y otra cosa importante que aprendí en un curso de comunicación no violenta es hablarle al hacer no al ser. Dar feedback es muy complicado en las organizaciones, a tus hijos, a tu marido. Cuando alguien siente que le estás atacando a su ser, pone barreras y la comunicación no entra.

P. ¿Concilia?

R. Concilio y soy capaz de encontrar el equilibrio. Tengo una gran ventaja, yo tuve a mis hijas con 28 y 30 años y ya tienen 21 y 23 años, tienen autonomía e independencia. Me costó conciliar en la época en la que iba todos los lunes a París y volvía los miércoles, esa etapa fue la más difícil. Pero luego tengo un trabajo que me da cierta libertad horaria. La dificultad en la conciliación ha sido más mental que organizacional, la empresa no te pone los frenos, es más cómo tú te sientes de culpable o responsable.

P. ¿A qué dedica el tiempo libre?

R. A mí me viene muy bien hacer yoga. Siempre que puedo, voy los viernes, sábados y domingos. Estos son mis momentos de me voy y no pienso en nada más que en el presente y mira que me cuesta desconectar y no pasar, como yo digo, la lista de la compra por la cabeza. Estar aquí y ahora y escuchar a la profesora porque si no te caes. Luego me gusta mucho estar con mis hijas y hago lo que puedo con ellas: ir al cine, al teatro, a charlas y conferencias, a escuchar un concierto de música clásica… Me busco entretenimientos que tienen que ver con aprender, con estar con mi familia o con estar con otra gente de la que puedo aprender. Me gusta mucho pasear por Madrid, los fines de semana lo hago mucho, pirular, como dice mi marido, ver una tienda, otra, curiosear… y sobre todo irme a Dénia, donde acudo una vez al mes y si puedo estiro el fin de semana con el viernes o el lunes. Y allí acabas el viernes a las cinco de la tarde y te vas a la playa, das un paseo de dos horas y ya te has hecho el reset del fin de semana.

P. ¿Echa de menos el mar?

R. Lo echo de menos. Cuando llego a Dénia, bajo del coche, se me pone el pelo rizado y huelo la humedad, me encanta. La luz, el mar, es otro ritmo de vida, otra velocidad a la que va la gente, el slow de Dénia es algo que me alimenta mucho. Se nota que el viernes llego con el acelere de Madrid y cuando vuelvo el domingo, después de comer una paella de mi madre y de bajar revoluciones, soy otra persona.

P. ¿Tiene estrés?

R. A ratos. Ahora lo estoy gestionando. Primero siendo consciente de que lo tengo, que ayuda mucho, y luego aprendiendo a respirar, a buscar momentos de encuentro conmigo misma y andar un poco al salir de trabajar para llegar a casa descomprimida. Estoy pensando seriamente en ponerme una alarma para irme a respirar a media mañana y a media tarde porque si no te metes en un bucle que te arrastra.

P. ¿Hace más deporte además de yoga?

R. De vez en cuando y no de forma regular estoy probando estos gimnasios que parecen discotecas donde el que más edad tiene son 30 (yo tengo 52) y me ayuda mucho a estar concentrada para seguir el ritmo.

P. ¿Se cuida?

R. Me cuido mucho y me hago las revisiones médicas y se las recomiendo a todo el mundo. Eso me ayuda mucho con el estrés. El comer bien, el dormir bien y el seguir las revisiones médicas. El sentirte bien, tomarte tus suplementos vitamínicos naturales, el dormir (7 horas entre semana porque no me da para más, pero el fin de semana duerno 12 horas. Yo necesito dormir. Y duermo siesta. Los sábados y los domingos la siesta es sagrada. Y en verano todos los días).

P. Dice que el futuro lo creamos cada uno, ¿cómo ve el suyo?

R. No me veo esperando a jubilarme y dejar de trabajar, yo creo que en mi personalidad está siempre la palabra crecimiento y seguir desarrollando proyectos. El futuro a largo plazo es seguir trabajando con empresas, estudiando y aprendiendo. Y en el futuro a corto plazo sigo impulsando esta compañía que todavía tiene mucho recorrido y a lo mejor intentando hacerme un huequito más grande en la parte de desarrollo personal.

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