Javier Ruiz (1983) es director de inversiones y socio de Horos Asset Management, gestora de fondos de inversión especializada en lo que se conoce como value investing, estilo basado en la compra de acciones que coticen baratas y cuyo máximo exponente en el mundo es Warren Buffett. Tras pasar por DWS Investments y Credit Suisse, Ruiz se incorporó a Metagestión a principios del año 2007, firma en la que estuvo hasta mayo de 2018, cuando fichó por Horos con parte de su equipo. Gran aficionado al baloncesto y a la lectura, sus cartas trimestrales a los partícipes son muy seguidas debido a sus certeras reflexiones sobre la Bolsa.

Pregunta. Lleva 11 años en el negocio de la gestión de activos. ¿Cómo ha cambiado su visión del mercado durante este tiempo?

Respuesta. Mucho y poco. La esencia siempre ha sido la misma: buscar compañías que consideramos que cotizan infravaloradas y, además, se ajustan a nuestros criterios de inversión. Son estos últimos los que han evolucionado. Ahora pasamos mucho más tiempo analizando la industria en la que operan las compañías para identificar sus ventajas competitivas. Además, cada vez nos fijamos más en el equipo directivo, cuáles son sus incentivos y sus sueldos.

P. ¿Cuáles serían los incentivos ideales para un directivo?

R. Yo quiero que los directivos de las empresas donde somos accionistas estén alineados conmigo. Y eso solo se consigue jugándose su patrimonio con la marcha de la empresa. No es algo buscado, pero esta filosofía nos lleva cada vez más a invertir en empresas familiares. Son los principales interesados en maximizar el valor de la compañía. Además, queremos que tengan un sueldo fijo que no sea desproporcionado, y que el bonus esté ligado a la creación de valor en el largo plazo.

P. ¿Qué otros criterios de inversión tienen?

R. El perfil financiero es importante. La mitad de las empresas que tenemos en cartera tienen caja neta, es decir, no tienen deuda. Además, necesitamos entender su modelo de negocio.

P. Los fondos de Horos rentaron por encima del 10% en 2023, pero se situaron por debajo de sus índices de referencia. ¿A qué lo atribuye?

R. A un año, no nos preocupa mucho si estamos por encima o por debajo. Lo que me interesa es que a un plazo de 11 años, desde que empezamos en esto, la cartera ibérica tiene una rentabilidad media anualizada del 10,3% y la internacional del 11,5%, batiendo a los índices en ambos casos. Por buscar una explicación a lo ocurrido en 2023, el cambio de narrativa en los tipos de interés impulsó mucho a las principales tecnológicas estadounidenses. Son empresas que, quitando a Alphabet, cotizan a múltiplos demasiado altos y no encajan con nuestros criterios de inversión, lo que nos lleva a quedarnos por detrás del índice de referencia.

P. ¿Cree que se está gestando una burbuja tecnológica similar a la de los años 2000?

R. No, no tiene nada que ver. A principios del siglo había mucho humo, numerosas empresas se disparaban en Bolsa porque añadías .com a su nombre. Ahora sí hay una sustancia económica detrás de las plataformas tecnológicas, que se han convertido en negocios de mucha calidad. Esa narrativa la compartimos con el resto de inversores, y, de hecho, hemos sido accionistas de muchas tecnológicas. El problema es que con el bum de la inteligencia artificial el mercado está comprando todas las historias de crecimiento, con una expansión bestial de los múltiplos que descuentan crecimientos de beneficios desorbitados. Por eso, a la mínima que los resultados defrauden, pensamos que llegarán correcciones muy fuertes.

P. En cambio, sus fondos siguen muy expuestos a las materias primas. ¿Cree que aún queda margen de subida para los hidrocarburos?

R. Tenemos todavía un peso importante, alrededor de un 15% de las carteras, pero es inferior al que acumulamos hace dos años, cuando la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Ahora nos centramos en petróleo y, sobre todo, en gas natural. Pensamos que el mercado no está recogiendo en el precio que quizás la oferta en ambos casos no podrá satisfacer la demanda.

P. ¿Cómo afectan a su estrategia de inversión las subidas de los tipos de interés?

R. Afectan, pero de una manera indirecta. Al final, el precio del dinero condiciona la evolución de los mercados y las oportunidades de inversión que aparecen. No tratamos de predecir ni mucho menos qué van a hacer los bancos centrales, pero es verdad que la valoración de todas las clases de activos, no solo de la Bolsa, depende del nivel al que estén los tipos de interés oficiales.

P. ¿Le da importancia a la rentabilidad por dividendo de las empresas?

R. Depende. Tenemos la cartera que más dividendo paga de todas las que hemos tenido nunca. Pero eso es consecuencia de que lo barato hoy en el mercado es lo que más dividendo paga, no porque lo hayamos buscado.

P. Mientras se distancian de Wall Street por el peso de las tecnológicas, apuestan por la Bolsa de Hong Kong. ¿No les preocupa la desaceleración de China y el intervencionismo económico del Gobierno?

R. Hay que distinguir varias cosas. Nuestro fondo no tiene una exposición 100% a China, porque muchas empresas que cotizan en Hong Kong no tienen por qué tener negocio en China. Además, siempre buscamos aquellas compañías con equipos directivos que se juegan el dinero, negocios sencillos que no tienen por qué verse afectados por los movimientos de regulatorios, como por ejemplo las cadenas de restaurantes. Es verdad que con el pinchazo inmobiliario de los últimos tiempos la desaceleración económica es fuerte y afecta al negocio de todas las compañías. Lo que pasa es que siempre hay que mirar qué está descontando hoy el precio de los valores en los que estamos invirtiendo. Al final lo que descuentas es poco menos que el apocalipsis: muchas valen más muertas que vivas porque su posición de caja es superior al valor en Bolsa.

P. Otro de sus mercados favoritos es el español. ¿Le inquietan los cambios regulatorios y el ruido político de los últimos años?

R. Es algo que seguimos de cerca, sobre todo por el flujo inversor. Los volúmenes negociados están totalmente deprimidos, hay cero interés en la Bolsa española. En compañías de 2.000 millones de capitalización apenas se cruzan acciones. Llevamos más de 10 años fuera de telecos, eléctricas o bancos. Nos preocupa, porque cada vez hay más injerencia política en la gestión de las empresas y eso genera desconfianza.

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