Un estudio del yacimiento portugués de la Gruta de Figueira Brava halla los restos de una comilona de bueyes de mar que tuvo lugar hace decenas de miles de años

Pocas cosas crean tanta cohesión de grupo como reunión alrededor de una mesa hay un plato de comida en compañía. Esta premisa es tan cierta ahora como hace decenas de miles de años. Muestra de ello, el hallazgo sorprendente realizado en el yacimiento en portugués de la Gruta de Figueira Brava donde, según desvela un grupo de arqueólogos españoles, se han encontrado los restos de una gran mariscada que unos neandertales organizan hace nada más y nada menos que 90.000 años.

El análisis de los restos arqueológicos revela varias curiosidades de la vida de estos antiguos habitantes de la Península Ibérica. In primer lugar, por si a alguien le pica la curiosidad, resulta que los neandertales se ponian las botas con bueyes de mar (esos cangrejos de carne tierna se parecen a los centollos). Estos animales eran recogidos en grandes cantidades, cocinados al fuego y servidos en el punto de encuentro comunitario de la cueva.

Según desvelan los restaurantes encontrados en el yacimiento portugués, las mariscadas eran una practica habitual para las poblaciones neandertales de la zona. Así lo demuestra la acumulación de restaurantes de diferentes especies de mariscos que se ha encontrado en la Gruta de Figueira Brava. Sorprende, sobrio todo, el gran cantidad de cascaras y pinzas de bueyes de mar (Cancer pagurus) halladas en la cueva: un posible indicador de lo que estos animales eran considerados verdaderos manjares para los neandertales ibéricos.

Cómo cocinar marisco como un neandertal

Si esta historia todavía no les ha dejado boquiabiertos, prepárense para esta segunda parte del relato. El estudio de estos restos prehistóricos de marisco ha desvelado que los neandertales capturar especímenes particularmente grandes. De unos 16 centímetros. Con hasta 200 gramos de carne por ejemplar. Al menos el 8% de las cáscaras recuperadas tienen signos de haber estado expuestos de forma directa al fuego (y, por lo tanto, de haber sido cocinadas) entre 300 y 500 grados centígrados. En algunos casos, incluso se han recuperado restos de marisco ‘chamuscados’.

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Otros estudios también han revelado que, lejos de la creencia popular, los neandertales no solo se alimentan de las grandes batidas de caza. También capturaban mejillones, almejas y una gran diversidad de peces y los transportaban durante varios kilómetros para consumirlos en un mismo punto de encuentro. En el caso del portugués yacimiento, de hecho, se calcula que los antiguos neandertales recorrían más de dos kilómetros desde la costa hasta la cueva para recolectar y consumir los mariscos.

Según explica los científicos que han liderado ise análisis, encabezado por el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA), uno de los grandes hallazgos del estudio es la prueba definitiva de que la explotación intensiva de los recursos marinos no solo es patrimonio de nuestra especie. Las antiguas poblaciones de neandertales ya cultivaban la buena costumbre de organizar grandes mariscadas en grupo.