El Reino de Dinamarca, el país escandinavo de casi 6 millones de habitantes que incluye las Islas Feroe y Groenlandia, en el Atlántico, inaugura una nueva era monárquica. Después de 52 años en el trono, la reina Margarita II cede este domingo la corona a su primogénito, que será proclamado como Federico X en Copenhague. El anuncio de la abdicación de la monarca, de 83 años, el pasado 31 de diciembre, causó gran sorpresa en todos los sectores de la nación. Su propia familia lo supo pocos días antes. La reina es muy popular, y ha conseguido mantener una personalidad propia sin desaparecer tras el puesto que ha ocupado durante medio siglo. El nuevo monarca, de 55 años, afronta el reto de mantener la soltura que le caracterizan sin comprometer la dignidad de la monarquía.
“A Federico le gusta el deporte y la música pop, y ha tenido más libertad para seguir con sus aficiones. La pregunta es si todo eso es suficiente y digno para un rey”, explica por teléfono Sebastian Olden-Jørgensen, historiador y experto en la Casa Real, de la universidad de Copenhague. La reina tiene mayores inquietudes intelectuales que su hijo, “y hasta ahora eran una buena combinación de cercanía y seriedad”. “Ahora él tendrá que estar a la altura por sí mismo, porque como rey la gente espera algo más que una estrategia de cercanía y normalidad”.
El príncipe Federico André Henrik Christian siguió la educación primaria en Copenhague y estuvo interno en Francia, país natal de su padre, el fallecido príncipe Enrique. Estudió Ciencias Políticas en la universidad danesa de Aarhus, y pasó un año en la de Harvard, en Estados Unidos. Durante esa estancia, trabajó en la delegación danesa ante la ONU, en 1994, donde pudo aprovechar también su conocimiento del francés, inglés y alemán. En 1998, ejerció de primer secretario en la Embajada de su país en Francia. Ha pasado por las tres academias del Ejército (tierra, mar y aire) y ha corrido en los maratones de Copenhague, París y Nueva York. Su gran afición al deporte le ha llevado al terreno social y, en 2018, con motivo de su 50 cumpleaños, lanzó la Carrera Real: una competición que reúne a más de 80.000 participantes anuales. Es conocida su antigua afición a las fiestas y su relativa facilidad para hablar el público. Hoy asegura que se siente a gusto con su destino. ¿Y la princesa María, esposa de Federico y reina consorte en cuestión de horas? “Es también muy popular. Y si es que hubo roces en el pasado entre ella y Margarita II, no ha influido en sus funciones. Ambas son grandes profesionales”, dice el historiador.
Superada apenas la sorpresa de la abdicación, tanto la Casa Real como el Gobierno de la primera ministra socialdemócrata Mette Frederiksen, han hecho un verdadero esprint para preparar en 14 días la proclamación de Federico X. No se trata de una coronación como en el Reino Unido. Se acerca más a la entronización del rey Guillermo de Países Bajos, que sucedió en 2013 a su madre, la hoy princesa Beatriz. “En los últimos 150 años, los reyes daneses han sido simplemente proclamados desde el balcón del Parlamento después de un juramento —o firma— de la Constitución. Una ceremonia corta y sobria”, recuerda el mismo experto. “La última coronación fue en 1648 al estilo medieval europeo, similar al que vimos en Londres con Carlos III”. Según él, la tradición británica es razonable porque no se ha roto con el tiempo. “Incluso si no te identificas con ello, los monarcas han sido coronados así en Reino Unido, con pompa y circunstancia, de forma ininterrumpida”. En Dinamarca, por el contrario, “supondría reintroducir un ritual medieval, y eso no tiene sentido en una sociedad moderna”.
Discusión
Las cuentas de la Corona, un asunto potencialmente espinoso incluso en Dinamarca, donde los sondeos arrojan solo un 15% de sentimiento republicano, son motivo recurrente de discusión. Este año, la reina y la Familia Real (los príncipes Federico y su hermano Joaquín, y las princesas María y Benedicta) han recibido en total 121 millones de coronas danesas: unos 16 millones de euros. La Casa Real sabe que se habla del coste de la monarquía, de modo que en el futuro solo recibirá un estipendio el príncipe Christian (18 años), hijo mayor de Federico. No así sus tres hermanos, Isabella (16) y los mellizos Vincent y Josephine (13). Aunque seguirán siendo príncipes, deberán buscar una salida profesional. El príncipe Joaquín reside en Estados Unidos con su familia y es agregado de la Industria de Defensa en la Embajada danesa. Está por ver si conserva su parte de la suma oficial que recibe ahora. Es un cálculo que debe ser revisado por el Parlamento junto con el resto de los fondos oficiales destinados a la Corona. Él asistirá a la proclamación, mientras que su esposa, Marie, permanecerá en Washington con sus hijos.
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Margarita II es la hija mayor de Federico IX de Dinamarca e Ingrid de Suecia. Como no tiene hermanos varones, hizo falta que un referéndum y la aprobación de una enmienda constitucional permitiesen reinar a las mujeres. Federico llega al trono con mucha menos convulsión institucional. La monarquía era popular cuando su madre fue proclamada el 14 de enero de 1972, a la muerte de su progenitor. Con el tiempo, la progenitora, que conservará el título de reina tras la abdicación, ha aumentado su tirón. Ha logrado ser “no solo la reina, sino ella misma”, dice Olden-Jørgensen. Y eso es algo que otros monarcas no han alcanzado en la misma medida. “Piense en la reina británica Isabel II. Se identificó por completo con su tarea, que ejecutó a la perfección, y desapareció casi como persona”.
El historiador atribuye parte de la buena salud monárquica a la suerte. “En la familia real danesa no ha habido tragedias como la de Diana de Gales, o desastres como el de Meghan Markle, la esposa del príncipe Enrique de Inglaterra”, indica. Sí ha estallado una crisis, que todavía colea, por la retirada de los títulos principescos a los cuatro hijos del príncipe Joaquín. La explicación dada es que estos nietos, Nicolás (de 24 años), Felix (21), Henrik(14), y Athena (11), debían estar libres para poder moldear sus vidas. El sistema no ha convencido a esta parte de la familia, que se ha mostrado dolida.
La actual dinastía danesa pertenece a la Casa de Glücksburg, que es una rama de la Casa Real de Oldenburg, ambas originarias de Alemania. Sus miembros ocupan el trono desde 1863. Un año después, Dinamarca perdió la denominada guerra de los Ducados que la enfrentó al Imperio austríaco y Prusia. Los daneses tuvieron que ceder Schleswig, Holstein y Sajonia Lauenburgo, anexionados por las otras dos potencias, y ello marcó lo que sería la monarquía a partir de entonces.
“Claro que es mucho más antigua. Pero la historia reciente de la monarquía y de Dinamarca como Estado empieza con la desastrosa guerra de 1864″, explica Olden-Jørgensen. En su opinión, la actual es la expresión de ese pasado reciente y no de un recuerdo imperial, a pesar de que hubo colonias danesas en África, el Caribe y la India. “Después de 1864, Dinamarca era una pequeña potencia y no hay una agenda política monárquica; esa es su fuerza”, sigue contando. “Las monarquías que han tenido éxito en Europa, las que se han mantenido, son las que se han apartado de la política diaria. Con algunas excepciones, como España, donde ha desempeñado ocasionalmente un papel más político”, asegura. En Dinamarca, “está liberada para actuar en la esfera cultura y social”.
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