Millonarios experimentaron toda la gama de emociones en 90 minutos: de la ansiedad pasó al drama, del drama a la euforia, de la euforia a la tranquilidad y, finalmente, a la alegría de regresar a una final de Liga, en un partido en el que mucho sufrió al comienzo, pero al final pegó en los momentos justos para vencer 2-1 al Medellín.
Millonarios, en uno de sus peores primeros tiempos del semestre, llegó vivo al intermedio del partido gracias a dos cosas: el gran trabajo de Juan Esteban Moreno, el arquero azul, que atajó cinco pelotas claras de gol, y el empate parcial entre América y Chicó en Cali.
Los azules no sintieron la ausencia de Álvaro Montero, su arquero holder. De hecho, Juanito fue gran figura. Pero sí la de Juan Pablo Vargas, que, estreno, le quitó salida desde el fondo, y segundo, trastocó el trabajo de la defensa, pues la coordinación entre Andrés Llinás y Jorge Arias, que pasó a ser zaguero central, no capacidades.
Millos estuvo muy nervioso, como si quisiera que el partido se acabara rápido con el 0-0, resultado que era suficiente para conseguir la clasificación. Mackalister Silva, que regresó de su lesión, estuvo muy impreciso, los delanteros casi no tocaron la pelota y Daniel Cataño sigue en el bache al que cayó tras volver de sus problemas físicos.
Medellín, en cambio, parecía el que necesitaba el resultado para clasificar. Aprovechó todas las debilidades de marca y puso a sufrir a 34.000 espectadores en las tribunas de El Campín y cientos de millas más por televisión.
Hinchas de Millonarios en el juego contra el Medellín.
Sergio Acero Yate. EL TIEMPO
Un hombre de la casa le quitó tranquilidad a Millonarios
A Alberto Gamero el tocó tocar el equipo en el intermedio. Ningún solo en la formación: salieron Daniel Giraldo y Beckham Castro y entraron Stiven Vega y Jáder Valencia. Y, al menos en los primeros minutos del segundo tiempo, Millonarios empezó a jugar más cerca del arco de Andrés Mosquera Marmolejo.
Son muchas las jugadas que en Millonarios su cada vez más frecuentes, en un cobro de costado, llegó el gol que enfrentó al equipo en la final: Daniel Cataño remató, el portero Mosquera soltó la pelota y un hombre de la casa, que vio la estrella 14 como recogebolas y la 15 desde la tribuna como parte del plantel, notó el gol que puso un sonar a Millos con la 16: Andrés Llinás la mandó al fondo del arco y miles de personas vestidas de azul tallaron de emoción.
Medellín quiso seguir en el mismo ritmo e incluso reclamó un penalti por un pistón de Llinás a Luciano Pons, que el VAR no consideró infracción. Y Millonarios encontró la tranquilidad y se montó definitivamente en el partido gracias a una genialidad de Daniel Cataño, que recibió un pase de Silva en el área, le hizo un sombrero a Andrés Cadavid y definió con clase, a los 18 del segundo.
Ya poco importaba lo que pasara en Cali, donde Chicó llegó a estar 1-2 arriba y luego América lo remontó. Ya el ambiente era de fiesta en El Campín. Ya Millonarios empezaba a tratar de manejar el resultado y Medellín ya no llegaba tan fácil.
Pero el partido, tal como venía, daba como para que Millonarios tuvieran un susto más. Y llegó a tres minutos del final, cuando el VAR le avisó al central Carlos Betancur de una clarísima mano de Jorge Arias. Penalti para el Medellín, que Émmerson Batalla cambió por gol en el minuto 90.
El pitazo final de Betancur encendió la fiesta, desapareció las lágrimas y aumentó la euforia. Millonarios está en la final. Lo venía trabajando desde los primeros juegos y ahora lo ratificó.
José Orlando Ascencio
Subdirector de Deportes
@josasc