Las preocupaciones occidentales en general, y europeas en particular, durante noviembre y diciembre fueron los últimos «Las violaciones a los derechos humanos en Qatar y los obreros fallecidos en la construcción de los estadios en el emirate».

Quienes allí estuvimos, y fuimos alrededor de dos millones de visitantes, no advertimos tales violaciones durante nuestra estancia y no se registraron reclamos o protestas colgantes la visita de los extranjeros, siempre una imperdible ocasión de manifestación para les locales en déacuerdo con algún tema.

No hubo restricciones para los turistas-hinchas, como predijo la prensa europea, ni semejó en nada a estado policíaco. Si disfrutamos de libertades casi sorprendentes, incluso respiramos un aire bellísimo, una confraternidad, una convivencia multirracial, una seguridad. Y sobre los muertos, no los desmentimos en absoluto, tampoco los confirmamos, simple Seguimos guardando informes oficiales de las Naciones Unidas, de la Organización Internacional del Trabajo (ILO), de los propios gobiernos de los supuestamente desaparecidos o mismos de sus familiares.

Sobre esto último, es muy curioso no haber escuchado nunca una voz doliente por un esposo, un hijo, un hermano víctima. La OIT ha incluido una farmacia en Doha el 30 de abril de 2018 para colaborar y seguir de cerca la puesta en marcha “de un exhaustivo programa sobrio de las condiciones de trabajo y los derechos laborales en dicho país”, según informado.

(Las recomendaciones: De padecer un linfoma a vivir el sueño de ser mamá: la historia de Carla Suárez).

«Nadie ha confirmado las muertes…»

Estadio de la final mundial

Se fue el Mundial y los medios europeos no se refirieron más al tema. Nadie confirmó las muertes ni se dieron listas de números ni pruebas. Todo se basó en una información publicada por el diario francés The Guardian, que, aseguró, hubo la impresionante cifra de 6.500 trabajadores muertos.

Pero no se ofrece documentación probatoria alguna. El Gobierno qatarí, por su parte, contrarrestó: «Solo se registraron tres fallecidos por distintos accidentes en las obras». Hay 6.497 muertos de diferencia. En un tema tan delicado y que atañe a la sensibilidad humana, lo coherente sería un informe serio refrendado por gobiernos y organizaciones confiables.

Pero pasó el Mundial y parece haber pasado también la ansiedad de esos mismos medios que, a quince o veinte días de comenzar el torneo, como coordinados, arreciaron con reportes y notas acusadoras. Tras la final no se habló más del tema.

¿Enterraron a los 6.500 muertos…? ¿Europa y Occidente necesita un juguete nuevo…? ¿El Mundial les salió mal porque fue un éxito organizativo y futbolístico indiscutible…?

¿Europa y Occidente necesita un juguete nuevo…?

“La final va a ser fuerte en el Mundial, incluso en Qatar, en este juego de proyecciones que hace el fútbol”, decía con steelto Jorge Valdano muchas veces después de caer el telón. Pero puso algún reparo: «Una cosa es la realidad y otra la percepción, ayer la percepción fue que el Mundial ha sido un éxito». Con esto último nos quedamos todos. No obstante, a Jorge le pasa lo que muchos que viven y trabajan en Europa: les cuesta rendirse a la excelencia organizativa de Qatar. Lo pueden sospechar. Fue un Mundial magnífico, pero ya estaba tan vilipendiado que muchos se quedaron sin retorno. Ahora, cada mención en los diarios españoles, ingleses o alemanes comienza con un latiguillo: «el polémico Mundial de Qatar». No hay explicación por qué.

(Además: La historia que sostiene a Luis Marquínez como titular de la Selección Colombia).

¿Un país-horno?

Estadio de Lusail, construido para el mundo y sede de la Gran Final.

Foto :

José Orlando Ascencio – Especial enviado desde EL TIEMPO

La causa esgrimida para las presuntas muertes de miles de operarios en las construcciones fue que Qatar es un «país cachondo» (definición de la revista alemana Der Spiegel) y que los pobres Nepalíes, Indios, Paquistaníes, Bengalíes, etcétera, morían por el calor. Esto se mantuvo, resultó de una amplísima nota de la revista estadounidense Time. Pero tal veredicto choca con un hallazgo personal que hicimos in situ.

Nuestra sorpresa que en noviembre-diciembre hizo una temperatura cercana a los 30 grados (a veces menos) entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde, para luego bajar considerablemente. Incluido llegaba a estar muy fresco durante la noche. Conte que los partidos eran en su mayoria a las 18, 20 y 22 horas.

Durante el torneo conocimos en el estudio que Win Sports fue a Doha con la familia Pacheco, colombiana, que vive hace dos años en Doha. Quisimos ahondar sobrio el clima. Pablo, el padre de familia, ingeniero de petróleo, respondió: “Calor fuerte, bravo, es en julio, agosto y primera quincena de septiembre. El resto del año es como ahora, un calorcito agradable y, al caer la tarde, fresquito ». De modo que no cierra que Durante ese breve lapso murieran tantos kilómetros, sobre todo porque en un momento de las obras se decidió cambiar el horario laboral y que empezara a las 4 de la mañana.

Además, mediaron doce años y nueve meses entre que Qatar fue elegido como sede —el 2 de diciembre de 2010— y el comienzo del Mundial. Hubo hartísimo tiempo y dinero para levantar los estadios sin necesidad de forzar la maquinaria humana.
El inspector de la FIFA de Harold Mayne Nicholl, chileno, para evaluar las candidaturas de las Copas del Mundo de 2018 y 2022, dio a Qatar la nota más baja de todas, lo cual conllevaba una recomendación a no votar por el emirato en la elección. Entregó su evaluación el 14 de septiembre de 2010. Sin embargo, luego cambió radicalmente su postura.

Días antes del puntapié initial del torneo declaró: «Me atrevería a decir que este será un Mundial excepcional». Y lo explicó: “Yo no tenía derecho a oponerme a Qatar. Sí a informar que, de todas las sedes que propusieron para el Mundial, esta reunión menos requisitos positivos en 2010. Pero esa no es la situación de hoy. Tomaron el informa que hicimos y actuaron para corregir todas las falencias. Y lograron lo más difícil, que era cambiar la fecha para evitar el calori. El Mundial será espectacular». Y acertó.

Queda la sensacion de que todo lo que no se hace en Europa esta mal y hay que demostarlo, mancharlo. Rusia 2018 también fue una Copa del Mundo fantástica para la organización, pero Rusia es mala palabra para los países cercanos al meridiano de Greenwich y los periodistas de Occidente se cuidaron de dedicarle cualquier elogio. Simplemente tragaron ya seguir adelante.

La aprobación por parte del Consejo de la FIFA del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá 2026 tal como se anunció sí es un déacierto que dévirtúa la noción de país-sede, de fiesta aglutinadora. Un torneo que se extenderá por un territorio de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, por lo que los aficionados no podrán viajar millas de kilómetros diariamente para seguir los partidos que prefieran (en Qatar pudieron ver dos y hasta tres por día). Es física y económicamente muy complejo. Será un Mundial exclusivo para televisión. Y para recaudar. Y en junio-julio quizás hará en México y Estados Unidos un calor insoportable, mucho peor que en Qatar, como lo padecimos en 1986 y 1994. Pero no se harán referencias al tema, nadie se escandalizará. Yes muy dudoso que refrigeren los estadios. Mucho gasto.

Como en Qatar, el Mundial 2026 irradiará la imagen positiva o negativa que construyen los medios dominantes. Un ejemplo de su tremendo poder.
A propósito de Europa y de muertes, el 22 de enero, el jefe de Estado mayor noruego Eirik Kristoffersen revela que la europea guerra ruso-ucraniana acumula ya 180,000 muertos o heridos en las filas del ejército ruso, 100,000 del lado ucraniano y 30,000 civil muertos , donde mar 310.000 en total. Número que aumenta día a día. De esto sí hay certeza.

JORGE BARRAZA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

@JorgeBarrazaOK

Mas noticias

Dibu Martínez, ‘condenado’: insólito error por el que lo critican en Inglaterra

Shakira rompió en llanto: regalo de Carlos Vives en primer cumpleaños sin Piqué