Novak Djokovic ganó la final del Abierto de Australia y se convirtió en el número 1 de la ATP al derrotar a Stéfanos Tsitsipas en un vibrante partido. Con este triunfo histórico, igual a Rafael Nadal como el tenista más ganador de Grand Slams de la historia.

Un año después de ser deportado de Australia y ver desde la distancia cómo el español batía el récord masculino de Grand Slams, el serbio reforzó los 22 grandes. Sí, Djokovic acudió a Melbourne con un objetivo claro: «Quiero ser el mejor, quiero ganar los mayores torneos del mundo. No es ningún secreto», dijo antes del torneo.

Y lo logro. Al final, en la Arena Rod Laver, se impuso 3-6, 6-7 y 6-7 al griego. Era el favorito indiscutible en un torneo en el que no pierde desde 2018.

Pero el camino al título no fue del todo fácil. Una lesión en el muslo izquierdo a principios de enero enombreció las perspectivas del serbio, que incluso logró un compromiso su participación en Australia.

A ratos con dolor, a ratos sin apenas poder correr, un Djokovic a medio gas sortó la primera semana y solo dejó escapar un set en segunda ronda ante el desconocido inglés Enzo Couacaud, número 191 en el mundo.

Para entrar en los días de descanso, pasará el día conectado a máquinas de recuperación y sometido a tratamientos antiinflamatorios. Y en octavos, el dolor de repente desapareció y su mayor tenis emergió para alcanzar en volandas hasta la final.

Decidido a enviar «un mensaje» ha conocido rivales que el rey de Melbourne estaba de vuelta, derrotó al australiano Álex de Miñaur et al ruso andréi rublevconcediendo solo 12 juegos en esas dos rondas y avanzando a sus décimas semifinales en este torneo.

Aún lejos de ese nivel sublime, afectado por la controversia alrededor de su padre, que apareció en unas imágenes con aficionados prorrusos y optó por no ver el partido en directo, se deshizo también con solvencia del estadounidense tommy paul.

REDACCIÓN EL TIEMPO
*Con información de la agencia.

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